martes, 23 de enero de 2007

EL PRIMER RECITAL EN EL GRAN REX


La Razon



Te queremos, Nano


Es indescriptible el idilio del público con Serrat. Anoche hubo otra demostración de ese amor. El cantautor devolvió con los clásicos de siempre y otros temas en catalán. El show terminó a la medianoche. El Rex lo tendrá hoy y mañana.

LA BELLEZA DE LAS SIMPLES COSAS: AL NANO LE BASTA UNA GUITARRA Y EL PIANO DE MIRALLES PARA DISFRUTAR Y HACER GOZAR.


POR JAVIER FIRPO



Austeridad total. En tiempos de efectos especiales, petardismo y pirotecnia por doquier, se agradece y se aprecia como oro la sencillez y la coherencia. A Joan Manuel Serrat le alcanza con una guitarra, un piano y su repertorio delicioso para, una vez más, ratificar ese amor incondicional que lo une con el público argentino. El grito de "te queremos, Nano" fue una constante en la noche de ayer en el Gran Rex, que tuvo la primera presentación del cantautor catalán.Clavadas las agujas en las doce, Serrat tuvo que salir por cuarta vez para decir adiós con esa sonrisa que conjugaba felicidad y emoción. Habían pasado dos horas y cuarto de un verdadero espectáculo. Es verdad, en la previa, se temió por que se tratara sólo de los temas de "Mo", su último disco en catalán. Pero, viejo zorro, Serrat sabe que Buenos Aires es una de las plazas más fieles en su trayectoria y no podía no regalarle ese pack de ineludibles canciones como ese tridente inicial: "Hoy puede ser un gran día", "De vez en cuando la vida" y "Mediterráneo" . Con el empacho inicial, la multitud aceptó hacer la digestión con "Mo", el primero de los cuatro temas que cantaría en su lengua madre.Camisa, jeans, zapatos de charol, el look "pendex" del Nano dejó en claro su buen estado de ánimo y de salud. Ni rastros se evidenciaron de aquella enfermedad.. . El minimalismo estaba presente en un escenario despojado. Tan sólo un sobrio juego de luces alteraba el fondo además del pianista Ricard Miralles, el fiel cancerbero del Nano.Si "Las pequeñas cosas" provocó el suspiro de la gente, qué decir cuando se escuchó "Tu nombre me sabe a hierba" o "Cantares". Piel de gallina causó el clima intimista que contagiaba desde el escenario. Es verdad, el Nano hizo unos cuantos arreglos a esos clásicos, los tonos son más bajos... Obvio, no es la voz de entonces, por eso anoche imperó el silencio fantasmal de la gente, que recién en "Cantares" se animó a tatarear. Pocas veces se escuchó tanto silencio en medio de un recital y a teatro repleto. Si no, que lo diga esa mujer que, inexplicablemente, se puso a hablar por celular. Casi la linchan...Locuaz, gracioso y seductor con sus enamoradas, Serrat se dio el gusto de tomarse una copita de champagne y contar las bondades de ser quién es... "Esto de ser artista es fantástico. Estoy en un escenario, frente a una multitud, canto lo que me gusta, ustedes aplauden, yo gano dinero, ahorro en psicoanalista porque tengo mi ego por las nubes, cuento historias —¿verdaderas?— como que nací en un ''pueblo blanco'' o que me enamoré de una tal ''Lucía''. Esto de ser artista es muy cojonudo", cerró levantando su copa.El "te queremos Nano" volvió a atronar con la gente de pie, y casi exigiendo más hits: astuto, el artista regaló una bella versión de "Penélope" y otra deliciosa de "Los pueblos blancos". Entre la algarabía, mechó un par más en catalán y luego, ya casi en el final, entonó "No hago otra cosa que pensar en tí". Ante cada pronunciación de aquella frase, sus chicas respondían con frenesí: "Yo también". El final era inexorable y, con la gente engolosinada, Serrat siguió con su generosidad: "Para la libertad", "Esos locos bajitos", "Fiesta" y "Lucía". No había tiempo para más. Apasionado, el público no lo dejaba ir. Pero, entre feliz y extenuado, se retiró con su sencillez y coherencia de siempre. Gracias, Nano

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