Serrat en Uruguay
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Serrat mudo
Joan Manuel Serrat, cantante y poeta bien querido entre nosotros, suele explayarse sobre temas políticos cuando nos visita. Olvida que el público uruguayo aprecia su arte como lo prueba llenando sus recitales, pero ello no significa que comparta sus dichos en materia política.
Aunque no es tan radical como antes, Serrat sigue siendo un hombre extremadamente jugado a la izquierda. Los problemas sobrevienen cuando, desde su perspectiva ideológica, se pone a comentar asuntos internos de un país en donde no vive y del cual desconoce muchas cosas.
Eso fue lo que hizo en su última estadía al meterse en camisa de once varas y opinar sobre temas uruguayos ante los periodistas. Consciente de que podía meter la pata advirtió que la culpa de sus eventuales errores no era suya sino de sus interrogadores, olvidando que la gente sabia prefiere guardar silencio sobre lo que ignora. Ningún visitante ni ciudadano está obligado a responder sobre lo que no sabe. Alcanza con decirlo.
Así se pronunció a favor de la vetada ley sobre despenalización del aborto, pontificó sobre la emigración y ensayó algún tipo de comparación entre Uruguay y otros países del área. Peor aún fue su apoyo a la campaña de recolección de firmas para derogar la ley de caducidad que llevan adelante algunos sectores del Frente Amplio. Serrat explicó que "en España está sucediendo algo parecido", para luego añadir que "no hay caducidad para la memoria, no hay caducidad para la justicia".
Si bien esas frases pudieron sonar felices en ciertos oídos y poéticas, en otros resultaron impertinentes en boca del artista. Y además, inexactas. Porque la ley de memoria histórica aprobada en España sigue suscitando debates y críticas, entre otras cosas porque choca con otra ley del año 1977, que decretó la amnistía general que fue el marco para la consolidación de la democracia española.
Tan polémica es esta ley en su intento por remover la trágica historia de la guerra civil y los años del franquismo que la justicia española, encabezada por el notorio juez Baltasar Garzón, se inhibió de aplicarla, tal como hizo la fiscalía española en su momento. Sobre esto Serrat se quedó mudo.
El País Digital
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