sábado, 12 de julio de 2008

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Serrat, enamorado de México


Luego de 40 años de relación con este país, asegura, todo lo que allá sucede, le pasa a él también
Joan Manuel Serrat habló, en Barcelona, sobre su participación en el próximo Festival Internacional Cervantino (Foto: Notimex )


Yetlaneci Alcaraz El Universal Barcelona, España Viernes 11 de julio de 2008 00:19


El amor y agradecimiento a México lo transpira. Sus almendrados ojos sonríen cuando de hablar del país se trata. Luego de 40 años de relación con este país, asegura, todo lo que allá sucede, le pasa a él también. México no es para él ni un país bonito ni folklórico. Es, dice, un país con nombres propios y con el que ha entablado una relación profunda de felicidad e infelicidad.Nacido en Cataluña, esa "nación sin estado" desde la perspectiva catalana pero en términos legales y jurídicos, una de las 17 comunidades autónomas de España, Joan Manuel Serrat será uno de los platos fuertes del Festival Internacional Cervantino. Este año, junto con Campeche, Cataluña es el país invitado de honor del ya tradicional y prestigiado festival.
-Cataluña como invitada de honor del Cervantino. ¿Tiene sentido?-Claro. Cataluña es un territorio y un pueblo muy cercano al mexicano no sólo por razones de migración, sino por razones de exilio; no sólo por razones de sobrevivencia de gente, sino por razones políticas que obligaron a muchísimos catalanes a emigrar a México. Desde 1939 (con la caída de la República española) estuvo lleno de inmigrantes catalanes que tuvieron que rehacer allí sus vidas y que las rehicieron dando lo mejor de ellos a México y recibiendo de México un trato profundamente hermano.
-Usted fue uno de ellos.- Soy un ciudadano que recibió de México acogida, cobijo, casa y cama en momentos muy difíciles cuando yo no tenía donde volver. México fue mi casa y esto para mi será inolvidable. Ser un exiliado es una historia muy amarga y una historia que uno no desea ni a sus enemigos aunque provoca también la contrapartida de conocer el amor, de conocer la mano hermana que te recibe y entonces eso provoca gratitud.
-¿Que Cataluña sea el país invitado del Cervantino tiene un simbolismo importante para usted? -Mucho. Piensa que soy catalán, que llevo toda mi vida defendiendo la cultura catalana y como todos los que lo hemos hecho no siempre sin contratiempos, sin dificultades, sin problemas y sin pelear. Que seamos los invitados de honor me hace sentir un poco bisagra, pues tengo el placer de juntar dos partes que para mi son complementarias y son mías: una es México y la otra es Catalunya.
-En el contexto de Cataluña como invitado especial, ¿su repertorio en el concierto que dará en la Alhóndiga de Granaditas tendrá mucha más presencia catalana?-Si. La habrá. Lo que pasa es que tampoco será excesiva porque si bien soy reconocido por los mexicanos como un artista catalán, también soy un artista que les ha acompañado 40 años de sus vidas y, por tanto, no voy a hacer una metamorfosis y convertirme en otro distinto al que he sido. Quizá, entonces, ponga un poco más el acento en la historia y en lugar de cantar una o dos canciones en catalán cante cuatro. Pero tampoco voy a hacer una cosa muy diferente porque creo que no es mi papel. Quizá sea el papel de otros artistas que no tienen esta relación y esta obligación para con la gente que va a venir a compartir.
-Su amor a México es recíproco. Tan sólo el día en que se pusieron a la venta los boletos para su concierto se agotaron de inmediato.-Si. Todos los amores son recíprocos. El amor que no es de ida y vuelta no lo es, es otra cosa. Luego ya podemos encontrar otras cosas como locura, desvarío, infortunio. El amor es de ida y vuelta y el amor se consolida en la ida y vuelta. Uno no se enamora si no tiene de qué enamorarse.
-¿Cada vuelta a México es enamorarse más?-Las vueltas tienen de todo. Mi relación de 40 años con México de 40 años no es adolescente ni juvenil. Ahora está en un momento en el que todo lo que sucede (a México), me pasa a mí. Yo no llego a un país ajeno, ni bonito, ni folklórico, ni colorido. Llego a un país que tiene esto y más cosas: nombres propios, mártires, gente que pelea cada día por un futuro mejor y por una vida mucho más digna y eso, claro, hace que las relaciones a veces no sean perfectas. Como toda relación, conlleva felicidad e infelicidad.
-¿Y qué de infelicidad habría en su relación con México?-Quizá que las cosas no avanzan para los que más necesitan al ritmo que tendrían que avanzar. Quizá que el progreso debería ser mucho más horizontal y menos vertical. Y es algo por lo que se lleva peleando mucho y que quizá valdría la pena que esta reflexión no parara jamás.

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