martes, 6 de marzo de 2007

Serrat en Costa Rica... como lo vió Gustavo

La crónica de Gustavo

Luego de pasar a felicitar a mi hermano por su cumpleaños 50, y disculparme por no estar en su fiesta de cumpleaños, partí con mi esposa a la cita con Serrat. Balneario de Ojo de Agua, lugar donde en mi juventud y niñez solía ir con hermanos o primos a andar en botecitos por el lago artificial, o a practicar distintos deportes. Cerca del aeropuerto, se vieron pasar varios aviones mientras Serrat cantaba, mientras la luna de fondo prometida por los organizadores, se hacía presente a un lado del escenario.

Ojo de Agua, nombre debido a un manantial que brota de agua pura, magnifica, sorprendente, como iba yo a saber, tantos años atrás, que volvería otra vez, ya no para andar en botecitos, sino para al lado de miles de personas compartir una noche de música y voz de Serrat.

En el camino no esperaba realmente que hubiera mucha gente, cuando le conté a mi sobrino de 18 años que iba a ver a Serrat, se quedo como diciendo, y quien es ese, y efectivamente no sabía quien era ese. Eso me hizo confirmar mis sospechas, que tenía que ser poco conocido en la juventud de mi país.

A mí hermano le regale 24 páginas inolvidables de regalo de cumpleaños, a otro hermano hace pocos días le había regalado Cuba le canta a Serrat. Mi hermano mayor con sus responsabilidades y preocupaciones, sé que tiene poco tiempo de comprar un disco, o de pensar en gastar. Espero que estas 24 páginas inolvidables le recuerden 30 años atrás cuando cantaba canciones de Serrat.

Pensando en todo esto, nos fuimos acercando al lugar del concierto, y lo que vimos de primera entrada nos sorprendió, gran cantidad de autos, gran cantidad de gente. Y bueno, hasta revendedores ofreciendo las entradas, nunca falta quien quiera hacer su negocio.

La tarde estaba soleada, gente de todas las edades, niños, jóvenes y adultos. Universitarios con sus consignas, parejas, familias con sus hijos, gente humilde en espera de cumplir un sueño.

De camino al anfiteatro, piscinas vacías, vestidores vacíos, un lago vacío, pero movido por el viento, fue el preámbulo para ver gran cantidad de gente, algunos sentados en el césped, otros de pie, esperando por el señor del Mediterráneo. Sí, para nuestra sorpresa, mucha gente.

La espera fue un poco larga, el escenario aunque bonito, no tan cómodo como estar sentado en una silla en un teatro. Ni tan tranquilo, como para esperar que nadie hablara por celular mientras Serrat cantaba, o comentaran entre ellos. En el teatro es más fácil sentir la concentración del público y la emoción, pero al aire libre, a la luz de la luna, no faltarían sorpresas.

Mucha gente joven, mucha gente de edad media, mucha gente con discos de acetato, quizás soñando un autógrafo. La gente pidiendo a los que estaban de pie, que se sentaran, por ahí se armo un pequeño alboroto porque alguien no se quería sentar, pero nada que pasara a más que un intercambio de palabras.

Mientras la espera pasaba, en el escenario se hacían pruebas de luces, se colocaba una tela blanca de fondo, se acomodaban los últimos detalles. Y alguien gritó un No al TLC, que pronto fue secundado por una cantidad importante de personas. Cuantas no sé, mayoría, no sé. No al tratado de libre comercio con Estados Unidos. Conveniente o no, para unos sí, para otros no. Los grandes medios de comunicación están a favor, el presidente está a favor, Serrat es amigo del presidente, no al TLC.

En un espacio público, con gente del pueblo, se hacía realidad la canción fiesta. Porque había entremezclados gente de diversa clase social, a mí lado un par de hermanos muy jóvenes, mas adelante universitarios, por allá una gente de clase muy humilde, del otro lado un hombre de edad madura con su disco de acetato en tránsito, atrás un señor con acento español pronunciado y más atrás unas turistas estadounidenses. Un paisaje multicolor. Como sabrán estas estadounidenses de Serrat?

Y se hizo presente el señor Serrat, los gritos de sentados, sentados, ya no hicieron eco, todo el mundo se puso de pie, y así paso el resto del concierto. Solo algunos obstinados se mantuvieron sentados, quizás porque la cartelera decía, sentados en el césped, a la luz de la luna, escuchando a Serrat. Cada uno es cada quién, el señor que al principio intercambio palabras fuertes porque le decían que se sentara, sentenció, yo pague para estar de pie.

Serrat empezó a cantar, y en sus primeras dos canciones me pareció percibir que su voz no estaba en el mejor estado, pero luego al ir transcurriendo las canciones, esta empezó a sentirse más fuerte y mejor. El público también, empezó a sentirse mejor. Y aunque no estábamos en el Teatro, no faltaron los gritos de Bravo, Guapo, Te amo, Nano y tantos otros que suelen acompañar al señor Serrat. Y claro, no estabamos en el Teatro, y la gente llamaba por celular a sus amigos, emocionados, lo oyes, si estoy aquí, si en Ojo de Agua, si que bueno verdad, escúchalo, que mae mas carga!

Como no perdonar la emoción de gente que quizás lo veía por primera vez, en vivo, como que querían gritarlo a los cuatro vientos, estoy viendo a Serrat.

El muchacho joven de a la par, le decía a su vecino, esta es música inteligente. Y se alegro junto con su hermana, cuando la gente de condición muy humilde, que no paraba de hablar, pareció irse para otro sitio. Pero la alegría fue pasajera, porque pronto volvieron, pero ya no hablaron más, se concentraron en la voz y la música de Serrat.

Serrat hablaba y cantaba, cuando menciono algo sobre la igualdad un joven grito, viva la igualdad, y cuando serrat canto disculpe el señor, las voces de no al tlc se reavivaron, no al tlc, no al tlc. La gente reía con las ocurrencias y el público le respondía con la picardía propia del pueblo. Esto no se ve en el Teatro, donde la gente es un poco más recatada y hasta cierto punto tímida.

Es por esto, que en el Teatro, en nuestro Teatro, apenas si se escuchan como un murmullo las voces de la gente cantando las canciones de Serrat. Acá en cambio el coro para las canciones más conocidas no se hizo esperar, tanto que Serrat como nunca lo había visto, dejaba de cantar para solo escucharse el coro de la gente, bajo la luz de la luna. Fue entonces, que Serrat hacia el final, contó la anécdota de un brasileño que cuando cantaba, el publico se ponia a cantar, y entonces el cantante se iba a tomar un trago y volvia, y cantaba otro rato, y el publico seguia coreando, y el se iba a tomar otro trago. El le decia a Miralles en aquel tiempo, que cuando fuera mayor, quería ser como ese cantante. Y bueno, que hoy, ese día, se estaba sintiendo un poco, como aquel cantante.

El repertorio fue variado, las canciones de siempre, y algunas más que no había escuchado en concierto en Costa Rica. Será que nos oyó quejarnos por acá. Y tanto, que escuche una canción que nunca le había escuchado, acerca de un tipo de “muy buena moral”, y también no falto una canción en catalan, que alguna gente al principio provoco murmullos de decepción, y otros tanto aplaudieron. Y que al final, fue aplaudida y reida por todos. Quizas por los murmullos iniciales de decepción, esa fue su única alusión catalana.

Y no podía faltar la despedida, y otros tantos regresos. Hacia el final del concierto, el público se puso más eufórico, el público poco a poco se fue enamorando de la noche, de la canción y de la voz y quería más, ya no querían que se fuera. Y no se movieron, se quedaron de pie, cada vez que se fue, hasta lograrlo hacer volver, tres o cuatro veces. La ultima en solitario para simplemente decir adiós. Ahí nos fuimos, aunque gran cantidad de gente se quedo de pie, pidiendo otra, como esperando. Nosotros tomamos rumbo al parqueo, y no se si saldría una ultima vez, solo sé que la gente se quedo esperando.

Hacia la última canción que le escuche, hacia el final de la misma, me pareció advertir un quebranto en su voz, y aunque desearíamos que la noche no acabase, hay que darle descanso a este señor. Alguien le gritó Gracias, cuando complació con una canción en una de sus salidas. Gracias Nano, por venir, gracias por tú tiempo y por permitir a miles poder a un bajo costo conocer tú obra.

El Nano ya no es el joven que era, ya se nota el paso de los años. Pero su voz sigue como ayer, impregnando el ambiente de ese gusto a no se que. Y la gente le seguirá esperando, mientras siga de pie. Ahí mismo le gritaban que viniera con Sabina, ahí mismo le decían, te esperamos otra vez.

Y el Nano se notaba agradecido, agradecido como siempre, humilde como siempre. Emocionado como siempre. Como la primera vez.


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