Vogue entrevista a Serrat (1983)
JOAN MANUEL SERRAT
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"Para la libertad sangro, lucho, pervivo
para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad, siento más corazones
que arenas en mi pecho;
dan espumas mis venas
y entro en los hospitales, y entro en
los algodones como en las azucenas.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas
crezcan en la carne tallada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en
cada herida, porque soy como el árbol tallado, que retoña,
aún tengo la vida, aún tengo la vida..."
Exiliado por el general Franco, Serrat vivió en México en 1975, pero su aventura latinoamericana había comenzado cinco años antes, cuando hizo su primera gira, luego visitará con frecuencia toda América, donde mantiene hasta ahora un público fiel: "Para mí no son países que he visitado, no es algo que vi de paso, no, es algo que está en mí; también soy parte de latinoamérica".
-¿Qué ha conservado Serrat desde sus inicios?
-Conservo una cierta certeza, la certidumbre de que mucho de todo ésto es eventual, que en cierta medida es efímero. Y este convencimiento me mueve a sentirme permanentemente sorprendido, y agradecido por todo lo que me ha sucedido. Porque el que la gente quisiera escucharme desde un principio, y me animase tanto para continuar, me ha permitido vivir una serie de acontecimientos de todos colores por los que no puedo más que dar las gracias".
Maravillándose ante un mundo en constante cambio, escribiría sus primeras canciones dotadas no sólo de espíritu poético, sino además inflamadas de crítica, que cada vez más, se irán clocando por encima de intereses y apuntando al sano, auténtico compromiso con el hombre como hombre mismo:
"Cosas que uno anda cantando
y nos pilló la noche conversando
de atardeceres y soledades,
de andar y andar buscando verdades
para encontrar siempre otra pregunta,
ir y venir y no llegar nunca..."
-Quien es capaz de escribir algo es porque aprende de otros, y yo estoy continuamente aprendiendo de todos aquellos que me emocionan -afirma Serrat-. Todo lo que hay alrededor nuestro es importante, y si a alguno no le parece así, le pediría un minuto de reflexión. Cada una de las cosas que tiene a su alrededor significa o significaron algo, o se espera que lleguen a hacerlo. Por eso uno, muchas veces, abriendo cajones, hurgando buhardillas, encuentra pequeñas cosas que le dan vuelta el corazón, que hacen que el cerebro camine por otro rumbo diferente al que tenía unos segudos atrás. Para mí son muy importantes esas pequeñas cosas, porque sólo a través de ellas he podido hacer una gran cosa, o hemos podido hacer grandes cosas las personas, como enamorarse, por ejemplo. Creo que todos los sentimientos pasan por el amor o el desamor o por ambos al mismo tiempo, aunque generalmente no se expresa el amor en la medida en que somos capaces de sentirlo, y que abarca cualquiera de las cosas que a uno lo rodean, así es de total, está en todo, incluso en ese maniquí que sonríe detrás de un escaparate:
"De una pedrada me cargué el cristal y corrí, corrí con ella hasta mi portal,
todo su cuerpo me tembló en los brazos,
nos sonreía la luna de marzo.
Bajo la lluvia bailamos un vals,
un dos tres, un dos tres, todo daba igual,
y yo le hablaba de nuestro futuro
y ella lloraba en silencio, os lo juro..."
Anti intelectual, introvertido, Serrat con su música ha hurgado en pequeñas soledades que universaliza: la mujer confinada a un solo hombre, a un inevitable paisaje, a una indestructible rutina (Penélope con su bolso de piel marrón, sentada en la estación); la muchacha sujeta y limitada por temerosos amores paternos; la amistad perdida (Decir amigo, se me figura que decir amigo es decir ternura); la muerte:
"Cuando me vaya
me iré despacio un amanecer
que el sol vendrá a buscarme temprano
me iré desnudo como llegué,
lo que me diste cabe en mi mano.
Mientras tú duermes deshilaré
en tuyo y mío lo que fue nuestro
y a golpes de uña en la pared
dejaré escrito mi último verso..."
-Yo creo que es una cabronada esto de morir, y ser inmortal para nada me molestaría. Ha sido la muerte un tema recurrido en mis canciones, pero como una forma de decir que la vida es maravillosa, y que los sentidos hay que utilizarlos constantemente y lo más a tope que se pueda.
-¿Cómo se ubica en relación a otros cantantes hispanoamericanos que cultivan un estilo similar al suyo?
-Cada uno de ellos tiene su forma de decir, pero nunca aisladamente, ya que nada es aislado; creo que nadie es algo por sí mismo, sino por la gente que ha tenido al lado, por lo que ha vivido, por los caminos que ha seguido, por los fracasos y las experiencias sufridas, aunque he leído que la experiencia es como un peine que te dan cuando has quedado calvo...pero creo bastante en ella, porque mi vida ha sido según por dónde han ido las circunstancias que me rodean, y ellas me han enseñado cosas, me han civilizado, me han hecho coherente con las cosas que suceden a mi alrededor, y sobretodo me han hecho solidario.
-¿Ha sido muy distinta su vida a cómo usted la imaginó?
-Sí. Mi vida actual es muy diferente a la que yo podría pensar cuando tenía 19 años. En la canción me inicié por puro accidente, cuando empecé a tocar la guitarra, luego empecé a escribir algunas cosas que a nadie le interesaban, así es que comencé a cantarlas yo mismo, como se puede cantar cualquier cosa, y mis amigos comenzaron a animarme para que intentara grabarlas. Uno de los compañeros del grupo "Los Atila" me llevó a Edigsa (su casa grabadora en Cataluña), en donde grabé mi primer disco que incluía cuatro canciones en catalán: "La muerte del abuelo", "Una guitarra", "Ella me deja" y "El pañuelo"; el disco apenas se vendió. El segundo disco que grabé fue con dos canciones: ""La tía soltera" y "Ahora que tengo veinte años", y pegué un garrotazo en forma inesperada; a partir de ahí todo fue una serie de acontecimientos que, en todo caso, han sido mucho mejores de lo que soñaba en mi juventud.
-¿Cómo ve su futuro Serrat?
-No me lo he planteado; normalmente voy haciendo las cosas simplemente, voy creando mi música en la medida en que me voy sintiendo a gusto. Nunca he sido un hombre de grandes metas ni he intentado buscar un objetivo concreto. Sólo deseo andar dinámicamente por la vida, andar dinámicamente y no perder el ritmo que me permita decir que soy un hombre de convicciones, y además fiel a ellas".
Por Waldemar Verdugo Fuentes.
Publicado en VOGUE.
Fotos de David Eisenberg, staff-Vogue.
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