Decir Serrat... Alfredo Leuco

Con Serrat jugamos a ser felices
Miércoles 19 de Nov de 2008
Por Alfredo Leuco
Blog de Leuco


Anoche fue absolutamente conmovedor ver a Juan Manuel Serrat sobre el escenario. Parecía despojado con su guitarrita, su voz y Ricardo Miralles al piano. Sin embargo su magia te hipnotiza. Se apoya en muchas cosas que el resto de los mortales no podemos ver. En su profundo carisma, en su inteligencia, en esos guiños y sobre entendidos de viejos compinches que establece con la gente. Se planta con canciones que corea todo el teatro. Reparte alegría como si fuera un mazo de cartas. Te lleva a esas lágrimas serenas y sabrosas que caen muy despacio por la mejilla. Con nosotros celebra la hombría y nos ofrece mujeres desnudas y en lo oscuro para acariciar. Con ellas se entrega hecho un caballero de pura seducción.
Se arma la hinchada serratiana y aflora el , Ole ole, Nano, Nano y por supuesto el Nano no se va, el Nano no se va. Yo creo que ese es su secreto. Podrá terminar el show, pero el Nano no se va. No se va nunca de nuestras vidas. Por suerte. Es como un romance eterno que los argentinos establecimos con Juan Manuel. Es para siempre. Hasta que la muerte nos separe. Esta en cada momento de nuestras vidas. Fuimos creciendo juntos y con aquellos viejos poemas que hoy tienen otras lecturas. Le pongo un ejemplo: Esos loco bajitos me hacía flamear el corazón cuando mi hijo era chico en el momento de comprobar que parece que son de goma y de decirles niño deja ya de joder con la pelota. Pero hoy, que tiene 19 años y esta mas alto que yo en todos los sentidos, me quiebro cuando Serrat dice que “Nada ni nadie puede impedir que sufran ,. Que decidan por ellos, que se equivoquen , que crezcan y que un dia.. nos digan adios. “ Siempre me gusta decir que para los de mi generación Juan es un hermano que nos fue abriendo los ojos al amor y al combate. Canta Tu nombre me sabe a hierba y de inmediato aparece en mi nostalgia el primer long play que compramos para estrenar el winco color te con leche que – en ese entonces - era un alarde de la tecnología. Es un viejazo, puede ser. Pero jamas olvidaré aquel disco y esa tapa con la cara de un niño llamado Serrat , tipo galancete, y con las patillas bien marcadas y morochas. Ahí va Juan Manuel: siempre adelante iluminándonos el camino. Nos anuncia los peligros y los milagros que se vienen. La rebeldía, la resistencia cultural, el canto popular. Nos dio letra para nuestras mejores aventuras, para levantarnos las primeras minas, para levantarnos las primeras utopías. Es el cantor de la libertad, entre otras cosas. Hoy dice Para la libertad, sangro, lucho y pervivo y es como un himno intachable contra las francas dictaduras de allá y contra los terrorismos del estado videliano de aca. Lo prohibían allá y no podían con él. Nos prohibían acá y no podían con nosotros. No pudieron. Serrat empezo a vivir clandestino en nuestro corazón. En las peñas de la ciudad universitaria de Córdoba, en los fogones de Valeria del Mar . Durante ese cementerio que fue la dictadura, Serrat se transformó en una contraseña. Para decirle gracias a los locutores de radio que se atrevían a pasarlo, para decirle a un compañero de trabajo: ¿Asi que te gusta Serrat, che? Y pensar en silencio: este es de los nuestros. Era algo mas que nos unía y nos daba fuerzas para no quebrarnos frente al terror asesino. Era una trinchera para defender la esperanza. Anoche tuve la inmensa felicidad de comprobar una vez mas que sigue siendo el autor de la banda sonora de los mejores momentos de nuestras vidas. Y tuve la posibilidad de disfrutarlo al lado de Marcos mi padre periodístico y de Fernando mi padre radial. Bendiciones que nos dá la vida en algún momento y que hay que saber valorar y saborear. Cuantos muchachos se llaman Juan Manuel en su homenaje. Cuantas Lucías o Penélopes andan por la vida sembrando su melodía y su perfume. Cuantos argentinos juegan a ser felices con Serrat como bandera…